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Abusó de los esteroides
04 May 2015
Romario Dos Santos Alves, de 25 años, es un brasileño cuya obsesión por tener unos brazos enormes casi le cuesta que se los corten. Todo empezó cuando empezó a ir al gimnasio y algunos amigos le recomendaron synthol (esteroide).
«Mis músculos comenzaron a solidificarse y no podía siquiera inyectarme los brazos, estaban llenos de piedras. Decidí que lo único que podía hacer era comprar agujas de especialistas para poder inyectarme. Sé que suena estúpido, pero era lo único que podía hacer para tener mi synthol», confesó al diario británico Mirror.
Desesperado por seguir agregando químicos a su cuerpo, la salud mental de Romario se debilitaba. Su mujer le hizo un ultimátum: ella o los esteroides. Fue hospitalizado en una clínica y su esposa estaba embarazada de seis meses.
«Finalmente, gracias a Dios, el médico me dijo que no habría que amputar. Podrían remover el synthol solidificado que se había formado en mis brazos (…) Quiero que otras personas vean los riesgos. Pude haber muerto, todo porque quise músculos más grandes», afirmó.